¿Puede la ergonomía incrementar la inteligencia?
¿Cómo cambiaron los espacios de trabajo en la pospandemia? ¿La ergonomía es sólo la optimización postural? Descubrí cómo el uso completo de los distintos tipos de ergonomía pueden desbloquear un plus de cognitividad en cualquier persona…
Amedida que el avance de las tecnologías de la información y la comunicación consolidaba la Sociedad del Conocimiento, el diseño del entorno de trabajo se esforzaba por adaptarse. Hoy, la pandemia de COVID-19 ha sumado otro factor que cambiará nuevamente la oficina.
Las demandas cognitivas que impone el trabajo del conocimiento son muy altas y así seguirán en el futuro. Pero, en muchos casos, los trabajadores deben luchar por hacer su tarea de manera eficiente en entornos obsoletos y poco adecuados. Esto puede producir tensión cognitiva –una alerta que indica que existe un problema que requiere mayor movilización de recursos– relacionada con el ambiente de trabajo y las formas de trabajar.
Entre los factores que suelen producir tensión cognitiva se encuentran el ruido, las conversaciones de los colegas, las interrupciones y la sobrecarga de información, entre otros. Pero también influyen el diseño del espacio físico en sí, el mobiliario, las herramientas de trabajo (tanto digitales como analógicas), los horarios y las políticas organizacionales.
Para ayudarnos a resolver estos problemas, la ergonomía viene al rescate…
La ergonomía es la ciencia del diseño que se ocupa de armonizar el entorno laboral con las actividades que realizan las personas teniendo en cuenta las capacidades y limitaciones del cuerpo humano. La idea es eliminar cualquier obstáculo y minimizar los factores que producen fatiga e incomodidad para que cada uno pueda dar lo mejor de sí.
Aunque se suele creer que la ergonomía involucra solo los elementos físicos del espacio de trabajo –tener las sillas adecuadas o monitores ajustables–, los dominios de esta disciplina incluyen mucho más que la forma en que nos sentamos y abarca tres amplios campos de acción: el físico, el cognitivo y el organizacional.
Mientras que la ergonomía física se ocupa de las características anatómicas, antropométricas, fisiológicas y biomecánicas de los seres humanos para adaptar las condiciones del lugar de trabajo y las demandas laborales a las capacidades físicas de las personas, la ergonomía organizacional busca la optimización de las estructuras, políticas y procesos de la empresa. Por su parte, la ergonomía cognitiva estudia los aspectos cognitivos de los seres humanos y su interacción con el entorno de trabajo. Se centra en la percepción, el procesamiento mental y la memoria, y tiene en cuenta temas tales como la carga de trabajo mental, la toma de decisiones, etc.
Dado que las funciones cognitivas tienen límites de la misma manera que las aptitudes físicas, es necesario diseñar condiciones y entornos de trabajo que mejoren el funcionamiento cognitivo y el desempeño de las personas para evitar la fatiga y la tensión mental al mismo tiempo que mejoran la productividad, la seguridad y el bienestar.
Cognición, tecnología y entorno físico
Los primeros estudios sobre ergonomía cognitiva se llevaron a cabo en entornos laborales que suelen desarrollarse bajo mucha presión debido a la necesidad de tomar decisiones en situaciones límite: plantas de energía nuclear, salas de médicos anestesistas y sistemas de control de tráfico aéreo. Pero, con el correr del tiempo, la disciplina se comenzó a implementar en otros ambientes como:
- Espacios laborales en entornos complejos y cambiantes donde las tareas no se pueden establecer claramente.
- Espacios que tienen un alto requerimiento del componente cognitivo en relación con la toma de decisiones y la creatividad.
- Entornos críticos para la seguridad.
Según explican algunos autores, el cerebro realiza ciertas operaciones internamente mientras que delega otras a medios externos. De esta manera, los procesos cognitivos no estarían todos en la mente; algunos de ellos podrían residir en algún elemento externo capaz de producir una interacción bidireccional1.
Esto se ve claramente en nuestra relación actual con la tecnología. Si las herramientas externas que preciso para hacer mi tarea (por ejemplo, una computadora o un teléfono inteligente) siempre están presentes cuando las necesito y funcionan según lo esperado, entonces se acoplan conmigo de una manera tan confiable como mis recursos internos y pasan a formar parte del conjunto de mis recursos cognitivos. Así, la mente emergería de las interacciones con el entorno (el mundo externo forma parte de la cognición) y puede llegar a confundirse con este.
No obstante, para actuar en el mundo necesitamos algo más que modelos internos; el anclaje en la realidad se produce en el cuerpo y a través del cuerpo. Esto quiere decir que la cognición también depende de las experiencias originadas en nuestro organismo (la percepción de la postura espacial y las diversas aptitudes sensoriomotrices), las cuales se encuentran inmersas dentro de un contexto biológico, psicológico y cultural más amplio2. La acción, el cuerpo en movimiento, la exploración espacial, serían unas de las primeras manifestaciones de la inteligencia.
¿Puede una mala ergonomía afectar nuestra Inteligencia?
En línea con lo expresado anteriormente, diversas investigaciones han demostrado que el sistema motor (es decir, las acciones motrices o posturas estables) puede afectar fuertemente los procesos cognitivos y emocionales. Por ejemplo: sentarse correctamente puede aliviar no solo la fatiga física sino también la fatiga mental y disminuir los síntomas depresivos entre leves y moderados3.
Un diseño inapropiado de los puestos de trabajo también puede tener consecuencias sobre los procesos cognitivos tales como estrés por hacinamiento y exceso de ruido, fatiga y tensión mental que conducen a una menor productividad de los empleados4.
Un entorno para mejorar la cognición
Siempre que el trabajo, las herramientas de trabajo y/o la fuerza laboral cambian significativamente, es importante repensar cómo se aplican los fundamentos de la ergonomía.
El trabajo del conocimiento juega un papel cada vez más relevante en la economía actual. La naturaleza del trabajo está cambiando constantemente y para seguir siendo competitivas, las empresas deben adaptarse a las tendencias que dominan el mercado laboral. Al adoptar nuevas formas de trabajar, el espacio de trabajo también deberá transformarse para dar soporte a estos nuevos estilos.
A la hora de abordar el diseño de la oficina será necesario considerar los factores que influyen en el desempeño de los trabajadores del conocimiento, siempre teniendo en cuenta que las funciones cognitivas tienen sus límites: las personas tenemos una capacidad acotada para percibir, enfocar y dividir la atención, aprender, memorizar, tomar decisiones, resolver problemas y comunicarnos. Existen varios factores a tener en cuenta:
→ Ofrecer una variedad de espacios. Esto les permite a los empleados trabajar en el entorno que mejor satisfaga las necesidades de sus tareas y de su propio estilo cognitivo. Puede ser una sala tranquila con un nivel cómodo de exposición e interacción social, fuentes de iluminación personalizada, materiales que cancelan el ruido y mínimo desorden visual.
→ Zonificar las áreas de trabajo en función del nivel de ruido y actividad de cada una permite que se contemplen las necesidades de todos los estilos de trabajo.
→ Eliminar las distracciones. Un entorno de trabajo demasiado estimulante (ruido constante, conversaciones, llamadas telefónicas, música, etc.) puede interferir con el equilibrio cognitivo y provocar fatiga y tensión.
→ Evitar la multitarea. Hacer más de una tarea al mismo tiempo, especialmente si se trata de una tarea compleja, produce tensión cognitiva y afecta la productividad. Hacer una cosa a la vez es más efectivo y productivo que la multitarea. Esto se debe a que la atención está limitada por el poder de procesamiento de la mente consciente.
→ Asegurar condiciones de confort físico. El confort físico se encuentra relacionado con aspectos tales como la iluminación, los niveles de ruido, la temperatura, la ergonomía del equipamiento, etc. Por ejemplo, es importante el acceso a la iluminación natural ya que la función cognitiva se ve influida por la desincronía del ritmo circadiano del sueño, el cual está regulado por la luz solar.
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